Últimamente parece que Dios ha elegido despertarme en la noche y hablar a mi corazón. Su más reciente palabra fue solo la palabra ‘fuerza’. No me había sentido físicamente débil, más bien relajada y en paz. Sin embargo, sentí esa palabra como algo muy personal. “¡Qué dure tu fuerza tanto como tus días!” Deuteronomio 33:25
Amo el libro de Deuteronomio. Es una hermosa historia de la manera en la que Dios cuida de Su pueblo.
Que tengan sus puertas cerrojos de hierro y bronce,
y que dure su fuerza tanto como su vida.
»Nada es comparable al Dios de Jesurún,
el Dios de los rectos de Israel—
que cabalga con majestad sobre las nubes del cielo
para venir en tu ayuda.
El Dios eterno es tu refugio, su eterno poder es tu apoyo;
hizo huir de tu presencia al enemigo y a ti te ordenó destruirlo.
Israel vivirá confiado, sus descendientes vivirán en paz.
En sus tierras habrá trigales y viñedos, y nunca les faltará lluvia del cielo.
Dichoso tú, Israel,
¿quién se te puede comparar?
El Señor mismo te ha salvado;
él te protege y te ayuda,
¡él es tu espada victoriosa!
Tus enemigos se rendirán ante ti,
y tú aplastarás su orgullo.»
Deuteronomio 33:25-29 DHH (énfasis añadido)
Al ver otros pasajes en Deuteronomio, me sentí fortalecida por Su cuidado eterno. Me gusta mucho el versículo 12, “Habite el amado del Señor en seguridad junto a aquel que le protege todo el día,
y entre cuyos hombros mora.” ¡Qué imagen para nosotros! Véase a sí mismo colocado sobre Sus hombros, seguro, amado, cuidado, cargado. Él está con nosotros todo el día. Somos fortalecidos por su cuidado eterno.
Siento que el Señor quiere que veamos Su cuidado eterno así de GRANDE como Él lo ve. Él es el Dios eterno. Él cumple Sus propósitos eternos. Ni uno cae al suelo sin cumplirse.
Lo animo a que levante su cabeza y camine cada día como el vencedor que Él lo hizo para ser. Porque el Eterno vive en nosotros, nosotros vivimos eternamente victoriosos.